12/3/11

La Dama de la Luz

Él sintió en su pecho el duro golpe que hizo vibrar todas sus entrañas. La Dama de la Luz le clavó los dedos entre las costillas. Un dolor ahogado subió hasta su boca y por su cuello apretado; intentó tomar aire. Ella volvió a golpear -aunque con más fuerza-, entre las costillas de él qué, como un títere, colgaba de la otra mano que lo sujetaba por el cuello.

Ella intentó un nuevo camino. Clavó los dedos de su mano derecha por el esternón y le rompió la xifoides… él sintió ahogarse de nuevo, pero sus ojos sólo tenían mirada para su luz embriagadora, enajenante. La mano de ella se deslizó ha su corazón que, de nervios, pugnaba por salir. Corazón que ella alcanzó con los dedos y acurrucó entre su palma, que envolvió con su mano, que sofocó al apretarle.

Él, exhaló -sólo tenía ojos para su luz-, su cabeza cayó ligera y suave; el aire fluyó en sus entrañas y su luz lo llenó todo mientras ella le despojaba de su corazón. Corazón que puso frente a sí entre sus dedos. Ella se perdió en el embeleso del latido; se ausentó por un instante al sonido del moribundo corazón. Se acarició el rostro con él, pasándolo por sus mejillas, la frente, su nariz, sus ojos y, suavemente, posó sus labios en una de sus válvulas y, con la boca, inhaló un soplo… sólo un soplo de sus latidos… Ella se alimentaba de ese aliento.

-Pobre mortal; dedicado campesino ¿Qué empeño pones en tu afán? ¿Qué atrae a mi luz, la pasión de tu febril corazón?

Él estaba lleno del fulgor de ella, sin aliento, desangrándose, sin conciencia. Sólo una nube por memoria y su luz por destino… Ella volvió a entrar por el esternón devolviéndole el corazón a medio latir; él prefirió la luz que el débil flujo de un bombeo fugitivo. Y llenándose de luz, se quedó ciego. Sólo luz; un eterno destello que retuvo para siempre, al tiempo que ella lo abandonaba a medio sentir.

...Cuentan los guerreros, brujos y campesinos que, desde aquella lluvia de estrellas, un fuego fatuo aparece por la aldea las noches de tormenta y se escucha en el ambiente el lamento de un suspiro…

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