17/10/10

Acelgas

Puso sobre el plato un puñito de acelgas hervidas. Al lado colocó papas picadas - diminutas-, también hervidas, y colocó una gruesa rebanada de queso Guoda en medio. Cogió el plato con elegancia y se lo sirvió a ella que esperaba en el comedor con la mesa puesta, pan tostado, aceite de olivo y queso crema.

É estaba dispuesto alagarla. No lograba entender cómo es que ella había aceptado entrar a su casa y ni tampoco sabía qué esperar. Repitió el ritual al servirse un plato para sí y se sentó a la mesa con ella.

No había velas, si no un foco prendido en el techo. No había música romántica, sólo un poco de pop en la radio, ni ropa elegante, si no unos ordinarios jeans y camiseta.

-Te faltó la proteína –dijo ella-, que sea vegetariana, no significa que no tenga que comer nutrientes. Al contrario, necesito ser más cuidadosa con lo que consumo.

-Pero si no comes carne y no te gusta el frijol, no sé qué ofrecerte.

-Soya. La soya tiene proteínas – Ella le sonrió, tierna e inquisidora, al tiempo que aclaraba-: se consigue también en el súper...

-Cierto, muy cierto, ¿te lo debo?

-Está bien -y volvió a sonrreirle.

Él se preguntó a sí mismo si podría llenarla alguna vez y si estaría dispuesto a hacerlo. Guardó silencio, no supo qué contestarse, al menos no lo supo en ese momento.


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